El primer bloque de la asignatura, lleva por título Literatura infantil. Análisis y selección. Durante este tema hemos trabajado y conocido los aspectos importantes de la Literatura infantil.
En mi opinión creo que es importante refrescar la memoria, y recordar lo que significa la palabra literatura. La definición de literatura según la RAE es: “el arte de la palabra.”A lo largo de este tema hemos aprendido una gran variedad de cosas, una de ellas ha sido comprender lo que son los textos de autor. Aunque en el tema introductorio ya vimos un poco de esto, en ese tema es donde más hemos profundizado.
La principal característica de los textos de autor, como su propio nombre indica, es que tienen autor propio, aunque este sea anónimo. Se nota que son de autor por su forma de estar escrito, por el estilo que éste le da. Por ejemplo, el Lazarillo de Tormes es anónimo. Con el tiempo se ha dicho que su posible autor es Tirso de Molina. No se sabe a ciencia cierta, cuál es su autor, ya que este no quiso poner su nombre en la obra. Pero lo que sí se sabe es que es de autor y por consiguiente los contenidos de este tipo de texto están suscritos a derechos de autor, por lo que no sería lícito adaptar su texto ni mucho menos publicarlo.
Pequeña sinopsis del libro:
Lázaro, hijo de un ladrón y acemilero, queda huérfano en Salamanca. Estará al servicio de diferentes amos (un ciego, un hidalgo arruinado, un clérigo avaricioso, un fraile de la Merced, un burlero farsante, etc.)
El mercado de la literatura, es un mercado dinámico. La mayoría de los libros, se editan y publican una sola vez y luego desaparecen. Por este motivo, y en cuanto a la selección de cuentos de autor, podemos hacer dos cosas: la primera opción es que un especialista en literatura infantil, te recomiende alguno para apuntar su título, su autor, su editorial y demás características, para luego comprarlo. Un ejemplo de ello serían las librerías Infantiles, como la que nos dijo Irune en clase. Pero no sólo existe esa, sino muchas otras que nos pueden servir como fuente de información. Aquí os dejo el enlace para que podáis verlas: http://productos.parabebes.com/librerias-infantiles
La segunda opción: es saber cómo analizar un libro, para luego seleccionarlo y utilizarlo en nuestra aula. Este es un punto muy interesante pues, en mi opinión los niños deben de poder leer lo que les gusta y por lo tanto nosotros debemos elegirlos correctamente.
Pero ¿Cómo analizamos un libro?, es evidente la importancia que tiene el análisis de un libro para poder seleccionarlo o no. Asique debemos tener en cuenta ciertos aspectos. Estos aspectos a analizar son: características del receptor, emisor, tema, estructura (planteamiento - nudo - desenlace), espacio y tiempo en el que se desarrolla la acción, lenguaje y por último, valores y contravalores. El formato debe de ser cómodo si queremos emplearlo en nuestra aula, es decir, que sea un adecuado para que los niños puedan leerlo y manejarlo sin complicaciones.
A continuación voy a especificar como deberíamos analizar un libro para saber si ese libro es el adecuado o no:
El RECEPTOR: para seleccionar un libro hay que tener en cuenta muy especialmente el recetor al cual va destinado. Tienes que saber perfectamente quien es dicho receptor, sus características, su evolución psicológica y física, es decir debes conocer lo máximo de él. Y sobre todo lo que es para mí lo más importante sus gustos.
El EMISOR: es quien lee el cuento, es la persona real, física (el profesor, el padre…) pero además es el protagonista del cuento, con quien se identifica el niño. Por lo que en cualquier libro existen dos emisores: el que cuenta el cuento, y el protagonista del mismo.
El TEMA: el tema tiene que ser adecuado para los niños, con el cual se sientan identificados y que lo entiendan. Tiene que ser un tema cercano al niño. En un cuento siempre se encuentra un tema principal, y otros secundarios que subyacen del principal. Generalmente los temas secundarios surgen al crear la historia, y no tiene porque el que el autor pretenda trasmitir eso con el cuento.
La ESTRUCTURA: en todo libro pueden existir dos tipos de estructuras:
La estructura lógica-lineal: la cual tiene un planteamiento, un nudo y un desenlace. En el desenlace se puede encontrar un final abierto para que los niños puedan imaginar y crear su propio final, potenciando así su creatividad.
La estructura acumulativa: en la que se van repitiendo siempre lo mismo.
A veces se puede dar que exista la estructura lineal pero que en alguna de sus partes (generalmente en el nudo) se dé a su vez la estructura acumulativa.
El ESPACIO y El TIEMPO: el tiempo siempre es indeterminada; y el espacio suele ser un sitio reconocible para el niño, un sitio cercano a él de su entorno.
Las ILUSTRACIONES: son algunas más llamativas para unos que para otros, pero es una característica subjetiva que no se puede controlar. Siendo mejores o perores las imágenes tienen que permitir al niño poder recrear la historia una vez que ya se les ha contado el cuento, y por tanto tiene que ser representativas del cuento.
El LENGUAJE: el libro tiene que constar de frases cortas, tiene que haber poca subordinación y tiene que ser adecuado a la edad. Respecto a los conocimientos de palabras nuevas, no puede haber más de 2 o 3 palabras, para poder ir aumentando conocimiento, pero si hay muchas nuevas los niños no entenderán el cuento y no les gustará.
Los VALORES y los CONTRAVALORES: existen dos opciones para trabajar los valores y los contravalores:
Se parte de la actitud negativa y se acaba con la actitud positiva.
Se parte de la actitud positiva y se acaba con la actitud positiva.
Siempre se acaba en lo positivo, porque es lo que se pretende trasmitir al niño.
Los cuentos lo que deben perseguir fundamentalmente es que les guste a los niños. Y nunca, deben acabar en una tragedia, esto puede ocurrir en el nudo, pero nunca al final de la historia.
Para la elección de libros además podemos contar con un PDF como este que nos da ciertos consejos. http://familias.leer.es/files/2010/07/art_fam_10consejosparaseleccionarlaslecturas_gemmalluch.pdf
En este enlace encontramos de todo, desde pequeños consejos para seleccionar libros de todo tipo hasta diferentes enlaces que nos ofrecen más información. Incluido el enlace a dos páginas de las que hemos hablado en clase, como son:
SOL Servicio de Orientación de la Lectura
http://www.sol-e.com/index.php
Internacional del Libro Infantil y Juvenil
http://www.fundaciongsr.es/wfuns/presentacion/repertorios_y_bibliografias
Literatura infantil, término que engloba diferentes géneros literarios: ficción, poesía, biografía, historia y otras manifestaciones literarias, como fábulas, adivinanzas, leyendas, poemas y cuentos de hadas y tradicionales de transmisión oral. La literatura infantil apareció como forma o género independiente de la literatura en la segunda mitad del siglo XVIII y se ha desarrollado de forma espectacular en el siglo XX.
Edad media y renacimiento. Inicios del libro y didactismo
En esta época eran pocos los adultos y niños que tenían acceso a los libros y la lectura. Leer era un privilegio.
La cultura se hallaba recluida en palacios y monasterios, y los pocos libros a los que se tenía acceso estaban marcados por un gran didactismo que pretendía inculcar buenas costumbres y creencias religiosas. Es de suponer que en esta época los niños oirían con gusto poesías, cuentos y cuentos tradicionales que no estaban, en principio, pensados para el público infantil.
En un estadio tan primitivo de la literatura no es de extrañar que niños y adultos escucharan las mismas cosas y tuvieran las mismas lecturas, como las Cantigas de Alfonso X el Sabio (1252-1284), o un siglo más tarde El Conde Lucanor o Libro de Patronio (1335), del infante don Juan Manuel, colección de cincuenta apólogos dirigida a niños y adultos. Este mismo autor escribió el Libro de los estados o libro del infante, también de tipo didáctico.
Los escasos libros para niños que existían en esta época eran abecedarios, silabarios, bestiarios o catones (los libros llenos de sentencias que seguían a los abecedarios) que contenían normas de comportamiento social y religioso.
La influencia del mundo antiguo oriental dominó gran parte de la edad media. Ramón Llull (1232-1316) compuso el Llibre de les besties, y, pensando en los niños, un Ars puerilis dedicado a la educación de la infancia.
Como una muestra más de la preocupación por lo pedagógico y la intención moral que dominaba en esta época, se pueden citar los Proverbios del marqués de Santillana que escribió por encargo del rey Juan II para su hijo.
La invención de la imprenta puso en manos de los niños libros que hasta ese momento sólo se conocían por versiones orales. Uno de los primeros que se editó en España fue el Isopete historiado, en el año 1489. Se trataba de una traducción al castellano de las fábulas de Esopo, con grabados en madera. En la misma imprenta, la de Juan Hurus en Zaragoza, se editó en 1493 una versión del Calila e Dimna, el Exemplario contra los engaños y peligros del mundo, que avisa en su prólogo que se trata de un libro tanto para adultos como para los niños.
Numerosas cartillas y abecedarios debieron de imprimirse en esta época, así como adaptaciones de los libros sagrados, como el Antiguo Testamento para los niños, de Hans Holbein (1549).
Siglos XVII y XVIII. Comienza la fantasía
El descubrimiento del mundo antiguo sacó a la luz numerosas fábulas de la Antigüedad, y junto a traducciones de Esopo aparecieron nuevos creadores: en España, Sebastián Mey, Fabulario de cuentos antiguos y nuevos (1613), que reúne una colección de 57 fábulas y cuentos que terminan con un dístico moralizador, y en Francia Jean de la Fontaine, autor de las Fábulas (1688).
En Alemania se edita en 1658 el Orbis Sensualium Pictus, del monje y pedagogo Comenio. Este libro en imágenes se considera revolucionario dentro de la literatura infantil. Se publicó en cuatro idiomas, latín, alemán, italiano y francés y cada palabra llevaba su correspondiente dibujo. Se trata de un libro de concepción muy moderna que defiende la coeducación y el jardín de infancia.
Charles Perrault (1628-1703) publicó en Francia sus Cuentos del pasado (1697), en los que reúne algunos relatos populares franceses. Estos cuentos, que subtitula Cuentos de mamá Oca, recogen relatos populares franceses y también la tradición de leyendas célticas y narraciones italianas. Piel de asno, Pulgarcito, El gato con botas, La Cenicienta y Caperucita Roja aparecen en esta obra y al final de cada uno añade una moraleja.
Con estos cuentos maravillosos Perrault introdujo y consagró “el mundo de las hadas” en la literatura infantil.
Siguiendo las huellas de Perrault, Madame D’Aulnoy (1650-1705) escribió cuentos como El pájaro azul o El príncipe jabalí.
Madame Leprince de Beaumont (1711-1780) escribió más tarde El almacén de los niños (1757), un volumen con diversos contenidos en el que se incluye una de las narraciones más hermosas de la literatura fantástica, La bella y la bestia.
Pero las narraciones que realmente triunfaron en toda Europa fueron las de Las mil y una noches, que se tradujeron al francés en once tomos entre 1704 y 1717. En 1745, John Newbery abrió en Londres la primera librería y editorial para niños, La Biblia y el Sol, y editaron gran número de obras. En 1751 lanzó la primera revista infantil del mundo: The Lilliputian Magazine. En España, la primera revista infantil se publicó en 1798: La Gaceta de los Niños. En Inglaterra aparecieron dos libros de gran trascendencia: el Robinson Crusoe (1719) de Daniel Defoe (1679-1731) y Los viajes de Gulliver (1726), de Jonathan Swift (1667-1745). La intensa actividad intelectual del siglo XVIII benefició también al niño, ya que a partir de este momento, y gracias al pensador francés Jean-Jacques Rousseau, se dejó bien claro en su Emilio (1762) que la mente de un niño no es como la de un adulto en miniatura, sino que debe ser considerada según características propias.
Los filósofos y pensadores de la época comenzaron a considerar que el niño necesitaba su propia literatura, por supuesto con fines didácticos, y en España Tomás de Iriarte (1750-1791) escribió unas Fábulas literarias (1782) por encargo del ministro Floridablanca, y Félix Mª Samaniego (1745-1801) publicó sus Fábulas (1781).
Siglo XIX. Descubrimiento del niño.
A comienzos del siglo XIX, el romanticismo y su exaltación del individuo favorecieron el auge de la fantasía.
Numerosos autores buscaron en la literatura popular su fuente de inspiración y rastrearon en los lugares más remotos de sus respectivos países antiguas leyendas que recuperaron para los niños. Así surgieron a principios de este siglo grandes escritores que se convertirían con el paso de los años en clásicos de la literatura infantil.
Jacob y Wilhelm Grimm, escribieron sus Cuentos para la infancia y el hogar (1812-1822), en los que aparecen personajes que se harían famosos en todo el mundo: Pulgarcito, Barba Azul, Blancanieves… o Cenicienta y Caperucita, que ya se conocían en la versión de Perrault del siglo anterior.
Hans Christian Andersen fue el gran continuador de la labor de los hermanos Grimm. Sus Cuentos para niños (1835) gozaron de un éxito impresionante, y no dejó, durante toda su vida, de publicar cuentos en los que conjugaba su sensibilidad para tratar los sentimientos de los más variados personajes —La sirenita, El patito feo, El soldadito de plomo, La vendedora de fósforos y tantos otros— con la más alta calidad literaria.
España se incorporó algo más tarde a esta corriente de literatura popular. Cecilia Böhl de Faber, más conocida por su seudónimo de Fernán Caballero (1796-1877), es una de las primeras personas que se preocupa por la literatura infantil en este país. Recogió el folclore infantil y leyendas y cuentos populares y los fue publicando en un periódico para niños. En 1874 publicó la colección completa con el título Cuentos, oraciones, adivinanzas y refranes populares e infantiles. Alentado por Fernán Caballero, el padre Coloma (1851-1915) publicó la colección de cuentos para niños Lecturas recreativas (1884); entre ellos se encuentra el famoso Ratón Pérez, que se inspira en la leyenda popular. También escribió una novela histórica muy didáctica e idealizada, dirigida a los niños, Jeromín, sobre la infancia de don Juan de Austria y que supuso una manera nueva de contar la historia con fines claramente didácticos.
En 1876 se creó la editorial de Saturnino Calleja, de fundamental trascendencia para la literatura infantil española. Calleja editó casi todo lo que se escribía para los niños en el mundo: son los famosos Cuentos de Calleja, en colores, con ilustraciones y a precios muy asequibles. Divulgó los cuentos de Las mil y una noches, Los viajes de Gulliver o Las aventuras de Robinson Crusoe, entre otros muchos libros famosos. Además contó con los mejores ilustradores y autores de la época, como Salvador Bartolozzi.
La ávida respuesta de los niños a mitos y cuentos de hadas hizo suponer que sus mentes poseían una ilimitada capacidad de imaginación y que podían pasar sin ninguna dificultad de la realidad a la fantasía. Edward Lear, el iniciador del nonsense o literatura del absurdo, fue uno de los primeros autores en apreciarlo. Pero la suprema combinación de fantasía y humor la aportó Lewis Carrol en su Alicia en el país de las maravillas (1865). La popularidad de esta obra se debe a que bajo su fantasía late una profunda percepción psicológica unida a una lógica que sólo un matemático como Carrol, que fuera a la vez un gran escritor, podría utilizar de forma tan atractiva.
Oscar Wilde continuó la tradición romántica de los cuentos de hadas con sus obras El príncipe feliz, El gigante egoísta y El ruiseñor y la rosa, entre otros. En la segunda mitad del siglo XIX se afianzó la novela de viajes y aventuras al aparecer los grandes cultivadores de este género. Robert Louis Stevenson (1850-1887) escribe La isla del tesoro (1883), que se convertiría con el tiempo en un clásico de marinos y piratas. Rudyard Kipling (1865-1936) publicó El libro de la selva (1894), la historia de un niño indio criado en la selva entre animales salvajes, que ha tenido un éxito inmenso. Jules Verne (1828-1905) inicia sus novelas científicas que adelantan el futuro: El viaje de la Tierra a la Luna, Veinte mil leguas de viaje submarino o Viaje al centro de la Tierra.
De este modo, el siglo XIX, que había comenzado su andadura poniendo al alcance de los niños un mundo mágico poblado de duendes, hadas, fantasmas y brujas, terminó ofreciéndoles una literatura que se beneficia e incluso anticipa los adelantos científicos de la época.
En los Estados Unidos Mark Twain (1835-1910) publicó Las aventuras de Tom Sawyer (1876), que narra las travesuras de un niño corriente, que se aleja mucho de la imagen de niño modelo que preconizaba la literatura infantil hasta este momento.
E. T. A. Hoffmann (1776-1822) escribió Cuentos fantásticos en los que lo extraordinario se une a lo maravilloso como en El cascanueces o El cántaro de oro.
Otro de los grandes protagonistas de la literatura infantil universal aparece también por esas fechas, Pinocho (1883), del escritor italiano Carlo Collodi (1826-1890), un muñeco de madera que termina convirtiéndose en un niño de carne y hueso, como símbolo de la evolución hacia la toma de conciencia por parte del niño.
Collodi consiguió un personaje atractivo y universal que adelantaba las nuevas tendencias de la literatura infantil del siglo XX.
Siglo XX. Esplendor del libro infantil
La literatura infantil adquirió, por fin, su autonomía en este siglo. La psicología del niño, sus intereses y sus vivencias son tenidas en cuenta por los escritores que elaboran mucho más sus personajes, les dotan de vida interior y les hacen crecer a lo largo de la obra.
En 1904, James M. Barrie publicó en Londres uno de los cuentos más famosos del mundo, Peter Pan, la historia del niño eterno, que no quiere crecer, habla con los animales, escucha a los elfos que viven en el parque y conoce el mundo secreto que se esconde tras la realidad.
A principios de siglo, en Inglaterra, se publicaron tres libros interesantes: Winnie, the Pooh (El mundo de Puff o Winnie de Pooh, 1927), de A. A. Milne, que trata la relación tradicional entre un niño y su osito de felpa de una forma ingeniosa y llena de sensibilidad. El viento en los sauces (1908), de Kenneth Grahame, es un espléndido libro sobre la naturaleza, que describe la vida de algunos animales a la orilla de un río. El doctor Dolittle y sus animales, de Hugh Lofting, consiste en una serie protagonizada por un doctor que cura a los animales mientras vive las más disparatadas y emocionantes aventuras.
A lo largo de este siglo han ido surgiendo personajes literarios que han conectado rápidamente con el público infantil y se convertirán en protagonistas de largas series de libros, como Los mumins, de la finlandesa Tove Jansson, seres fantásticos y minúsculos que actúan de forma alegre y alocada; Pippa Mediaslargas (1945), de Astrid Lindgren, uno de los héroes modernos de la literatura infantil: la niña libre, generosa y que nunca se aburre.
Mary Poppins (1935), de Pamela Travers, narra las experiencias de una familia con cinco hijos al cuidado de una peculiar institutriz.
Algunos libros han significado un punto de referencia fundamental, tanto para los niños como para los adultos, como El principito (1943), de Antoine de Saint-Exupéry, el piloto francés que murió en acción durante la IIGuerra Mundial y que supo crear un personaje fascinante y poético, así como Marcelino pan y vino (1952), del escritor español José María Sánchez Silva, un cuento de raíces religiosas y características muy españolas, que se tradujo a muchas lenguas. Su autor mereció el Premio Andersen en 1968. Este premio, considerado como el Nobel de la literatura infantil, se creó en 1956 y supone un reconocimiento mundial para escritores e ilustradores.
Escritores como Gianni Rodari, premio Andersen de 1970, autor de Cuentos por teléfono (1960) y La gramática de la fantasía (1973); Michael Ende, Momo (1973) y La historia interminable (1979), o Erich Kästner, El 35 de Mayo (1931), han revolucionado la literatura infantil con su creatividad y su fantasía.
En época más reciente, numerosos escritores de todo el mundo han sabido conectar con los gustos del público infantil y juvenil y han llegado a crear auténticos éxitos universales, como Selma Lagerlöf, premio Nobel de Literatura, con El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia (1906); Enid Blyton (1900-1968), una prolífica autora que ha publicado más de cuatrocientos libros apreciados por niños de todo el mundo;
María Gripe, con ¡Elvis! ¡Elvis! (1973); J.J. Sempé, con El pequeño Nicolás, una serie de cinco libros con un delicioso protagonista que gusta a niños y adultos, y otra serie de único protagonista que ha alcanzado fama mundial, El pequeño vampiro, de A. Sommer-Bodenburg.
En el gran mosaico de tendencias de la literatura infantil y juvenil también hay escritores que se han acercado con realismo a los problemas de los adolescentes, como Judy Blume en ¿Estás ahí, Dios? Soy yo, Margaret (1970); Susan E. Hinton en Rebeldes y La ley de la calle, de las que hizo unas famosas películas Francis Ford Coppola en 1983, a pesar de que en algunos estados de Estados Unidos están prohibidas las obras de la autora; y Christine Nöstlinger,, la gran intérprete de la tendencia antiautoritaria de la década de 1970, con muchas obras en su haber, entre las que destaca su novela Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas (1977).
Literatura infantil en el siglo XX en España
España se incorpora tarde al gran auge de la literatura infantil en este siglo. Es cierto que hay autores de prestigio que dedicaron algunas obras a los niños, como Valle-Inclán, con La cabeza del dragón; Jacinto Benavente, autor de El príncipe que todo lo aprendió en los libros, o Eduardo Marquina, que escribió La muñeca irrompible.
Pero antes de la Guerra Civil española sólo tres nombres de prestigio destacaban en el panorama español: Salvador Bartolozzi, Elena Fortún y Antonio Rrobles. Bartolozzi creó las famosas aventuras de Pinocho y Chapete y las de Pipo y Pipa. Aunque Pinocho toma el nombre del personaje italiano, tiene características propias que no coinciden con las de Collodi. El Pinocho de Bartolozzi es un muñeco idealista y aventurero que necesita un contrapunto, por lo que su autor crea otro personaje que le acompaña, el realista y enredador Chapete. Estos dos personajes se convirtieron en la lectura popular de los niños españoles e hispanoamericanos de los años treinta.
Allá por los años 30, apareció elena Fortún fue la autora que abrió las puertas de la realidad en la literatura infantil. En sus libros aparecían personajes y situaciones que los jóvenes lectores podían reconocer fácilmente en su vida cotidiana. Su forma de escribir amena y ágil, en la que no falta la ironía hacia el comportamiento de los adultos, logró crear un personaje, Celia, que sigue gozando del favor de los lectores de hoy.
El primer personaje literario infantil real. Hasta la fecha, todos los personajes de los cuentos eran planos, por lo que los niños y niñas de la época no se podían identificar con ellos. Celia, el personaje real y de carne y hueso creado por Elena Fortún, llegó a ser muy famosa: de unos 6 años, rubia, guapa, traviesa y buena persona. Lo importante de Celia es que permitió a las niñas de la época sentirse identificadas con ella. Para no discriminar a los niños, Elena Fortún creó al hermano varón de Celia.
Elena Fortún hace crecer a Celia de la misma forma en la que lo hacían las niñas seguidoras de ella. Esto nunca se había hecho, lo de que un personaje de cuento creciera en el tiempo era completamente novedoso, por lo que gustó e impactó.
Antes de Celia, además de que los personajes eran planos y no permitían identificarse con ellos, los personajes siempre tenían la misma edad. Lo único que cambiaba es que pasaban sus mismas aventuras en otro lugar. Celia, al final, se hace mayor, estudia magisterio, se enamora... hasta que finalmente, Elena Fortún Muere.
Como ya he dicho, Celia fue el primer personaje literario infantil que dejó de ser un personaje plano para ser uno real, que permitiera a los lectores identificarse con ella. Pero claro, lo de identificarse con el personaje de una obra depende de los gustos que tenga el lector.
Un estudio ha descubierto que los libros que más nos gustan son con aquellos en los que nos podemos identificar con alguno de sus personajes. No tiene por qué ser físicamente, o sí, pero hace más referencia a los aspectos psicológicos del personaje. También, aquellos libros en los que vemos reflejado en alguno de sus personajes, a algún familiar o amigo, yo estoy totalmente de acuerdo con esto, pues es entonces cuando tú tienes más ganas de continuar leyendo y por eso creo que este aspecto no está sólo relacionado con la Literatura infantil, sino con toda la literatura. Un ejemplo en el que yo nunca había caído, pero que si te paras a pensarlo es cierto, es la saga que ha vivido mi generación. Harry Potter, escrita por la autora J.K.Rowling.
Harry Potter pertenece a la literatura fantástica y de ficción, pero él es un niño real: tiene 10 años, va a empezar los estudios secundarios y es huérfano. Hasta aquí, cualquier niño o niña se podría identificar con él. No con todo por supuesto, pero si en mayor medida. Su historia es la historia de cualquier niño normal envuelta en la fantasía. Según Harry se va haciendo mayor, descubre que su padre no era como él se lo esperaba: perfecto. Eso es algo normal, puesto que nadie lo es y a medida que te vas haciendo mayor te vas dando cuenta. Cuando somos pequeños, creemos que nuestros padres son los mejores del mundo, que sólo tienen cosas buenas, pero según nos vamos haciendo mayores nos damos cuenta de que no son tan ideales como creíamos.
La colección de libros de J. K. Rowling ha tenido siempre mucha polémica, pero tenemos que ser conscientes de lo mucho que enganchó a la lectura a niñas y niños como yo. Siempre estuvimos pendientes de sus publicaciones, para leerlos una y otra vez a muchos nos pasó y a otros no, para gustos los colores, está claro, pero es cierto que enganchó porque ¿Qué niño no ha soñado con volar, hacer magia o vivir aventuras?, yo creo que todos lo hemos vivido y eso es lo que nos ofrecía este libro vivir una vida que en la realidad es imposible, pero no en el mundo de la imaginación, donde puedes hacer cualquier cosa.
Antonio Robles es un autor preocupado por transmitir un mensaje de bondad a los niños y que cree en el valor pedagógico de la literatura infantil. Su dedicación a este género fue total. Tanto mientras vivió en España como cuando tuvo que exiliarse en México, escribió cuentos y fue profesor de Literatura infantil en una
Escuela Normal de la ciudad de México.
La Guerra Civil española (1936-39) truncó el camino iniciado por estos autores y hasta los años cuarenta no aparecieron nuevas plumas, como Borita Casas, que creó un personaje que se hizo famoso en su época, Antoñita la Fantástica; a través de esta niña de fuerte imaginación, la autora denuncia los defectos de la sociedad y los adultos de la época. En una línea más cercana a la literatura tradicional destaca María Luisa Gefaell, premio Nacional de Literatura en 1950, que realizó descripciones de la vida de los niños en las tierras de Castilla a través de su personaje Antón Retaco.
También aparecieron, en estas fechas, los primeros cómics de la historia. Éstos no tenían bocadillos pero su formato era muy parecido a los cómics de ahora: muchas ilustraciones y no tanto texto. Mi madre, siempre me habló de estas historias y yo nunca las había visto con mis propios ojos hasta que pudimos apreciarlas en clase. Con el tiempo, evolucionó la calidad del papel, de las ilustraciones... Estamos hablando de los años 60 y 70 del siglo XX. Es entonces, cuando aparece en el campo de la literatura infantil Ferrándiz, ilustrador español y escritor de poemas y cuentos infantiles.
Entre las escritoras y escritores que gozan actualmente de un reconocimiento merecido, figuran Montserrat del Amo, premio Lazarillo en 1960 por su obra Rastro de Dios; Carmen Vázquez Vigo, Mambrú no fue a la guerra (1970); Ana María Matute, una escritora de adultos que ha escrito libros de gran calidad para los niños, en los que combina una rica fantasía con un tono poético y la excelente construcción de sus obras, El saltamontes verde o El polizón del Ulises, premio Lazarillo 1965; Carmen Kurtz, creadora de un personaje,
Oscar, un simpático chico de 12 años, y que en 1964 ganó el Premio CCEI con Oscar, cosmonauta, y el Premio Lazarillo en 1964 por Color de fuego. Otros autores significativos son: el poeta Jaime Ferrán, Marta Ossorio, María Isabel Molina y su hermana Pilar Molina, así como Gloria Fuertes con sus personales versos para los niños.
En la década de 1975 a 1985 se produjo en España el llamado boom de la literatura infantil y juvenil, en el curso del cual surgen los nombres más significativos de la actualidad:
Fernando Alonso, con El hombrecito vestido de gris (1978); Consuelo Armijo, creadora de unos personajes fantásticos, Los Batautos, Premio Lazarillo 1974, que representan el “nonsense” español; Joan Manuel Gisbert, uno de los autores de más prestigio en la actualidad, dedicado a la novela fantástica de ciencia ficción, autor de El misterio de la isla de Tokland, premio Lazarillo en 1980, un libro que no deja de reeditarse, o Escenarios fantásticos; Jordi Sierra i Fabra, un autor muy prolífico que ha escrito en todos los géneros —en la ciencia ficción destaca su trilogía “El ciclo de las Tierras”— y que en los últimos años se inclina hacia la novela realista con una excelente novela, Noche de viernes (1994), o Juan Farias, una de las voces más personales y prestigiosas de la actual edición infantil, premio Nacional de Literatura Infantil en 1980 con Algunos niños, tres perros y más cosas.
El mayor cuidado en la edición y un afán de llevar los libros a los lectores más jóvenes e incluso a los pre-lectores, originó también en la década de 1980 un magnífico auge de la ilustración española, considerada como una de las mejores del mundo. Destacan entre otros los nombres de Miguel Calatayud, Alfonso Ruano, Carme Solé, Asun Balzola, Arcadio Lobato, Alicia Cañas o Javier Serrano.
http://www.uprb.edu/profesor/mrocio/edpe3317/articulos/http___www.alipso.com_impresion_impresion.php_ruta=http___www.alipso.pdf
Retomando el tema de poder identificarnos con los personajes de los cuentos, quiero decir que no es lo mismo “identificarse con”, que “querer ser como”. La primera expresión hace referencia a reflejarse con el personaje por tener una vida similar, es decir, que nos pasen las mismas cosas, mientras que la segunda expresión hace referencia a que nos gustaría ser como ese personaje por lo guapo que es, lo listo... Para ir finalizando mi reflexión de este boque I de la asignatura, quiero decir que no sólo encontramos textos de autor en prosa, también tiene poesía y teatro característico, aunque no tanto.
POESÍA EN EL S. XX. Características:
Como ocurre con la novela, la poesía del siglo XX se caracteriza por su ruptura con las reglas tradicionales:
• El verso libre reemplaza a las formas métricas clásicas, aunque estas aún se utilizan en ocasiones.
• Se sustituye la rima por el ritmo interior del poema, es decir, por la musicalidad alcanzada con la construcción de las frases.
• Se da mayor importancia a los aspectos visuales del poema a través de diversos recursos tipográficos, los espacios en blanco o la disposición de los versos.
• El símbolo y la metáfora se convierten en las formas expresivas fundamentales.
El objetivo será lograr un universo poético de belleza y armonía, pero la poesía se convierte también en un instrumento para conocer el lado oculto y misterioso del mundo real.
Hasta la llegada y las publicaciones de Gloria Fuertes, sólo podíamos encontrar poemas de autor infantiles pero que ni siquiera se ajustaban a este público. Los niños los recitaban sin ni siquiera saber qué significaban, lo hacían de carrerilla porque a sus padres y a sus profesores les gustaba, pero nadie se interesaba por si les gustaba o no.
Gloria Fuertes fue la primera persona en escribir poesía infantil con juegos de palabras y con historia y personajes absurdos que a mí me encantaban. Yo odiaba leer de pequeña y lo único que me llamaba la atención eran los libros de esta mujer, había una historia en particular que me encantaba de ella no recuerdo el título, pero si las imágenes y el trasfondo de la historia, te hacía sentirte identificado con lo que contaba no con todas las historias por supuesto, pero siempre había alguna.
http://www.kalipedia.com/literatura-universal/tema/caracteristicas-poesia-moderna.html?x=20070418klplylliu_227.Kes&ap=0
TEATRO: Se compone de literatura (texto en sí mismo) y representación (actuación basado en el texto).
Para concluir quiero hablar del teatro de autor, decir que este es casi inexistente. No se escriben libros con teatro de autor para niños. Si se hacen para adultos, por lo que es aconsejable coger uno y adaptarlo según lo que se necesite.
Está bien. Cosas a mejorar:
ResponderEliminar- El link que incluyes está enfocado a librerías para bebés. Para primaria es mejor este: http://www.demadres.es/index.php/Ocio-con-ninos/Librerias-Infantiles.html
- Los elementos del análisis están más ajustados a Ed. Infantil que a Ed. Primaria porque el blog que has visitado es de una de mis ex-alumnas del curso pasado.
- En la historia de la literatura infantil, no has tenido en cuenta la definicón que dimos: literatura ESCRITA para el niño sin intención de educarlo o de moralizarlo, solo de hacerlo disfrutar y aprender libremente a través de las historias y de los personajes. También mezclas literatura folclórica con literatura de autor (que es la que corresponde a este bloque). En general, la fuente principal que has usado no es fiable en absoluto... es una especie de wikipedia de la literatura donde cada cual escribe y no se sabe su formación. Deberías ir recortando o comentando algunos de los párrafos para demostrar que tú sí has entendido lo que es la literatura infantil.
Es mucho más interesante el apartado que haces sobre la literatura infantil española del siglo XX.
- Dices: "Un estudio ha descubierto que los libros que más nos gustan son con aquellos en los que nos podemos identificar con alguno de sus personajes.". No es un estudio..... son todos los estudios actuales sobre teoría de la recepción y, en concreto, los que tratan la literatura infantil.
- Es importante que, en este bloque, hables de los gustos e intereses de los niños por edades (momento evolutivo). Tienes unos cuadros en LUVIT pero es bueno que busques más cosas y las compares para llegar tú a tu propia conclusión.